El proceso de privatización de tierras comunales en la region del camino real campechano en la primera mitad del siglo XIX.
Una revisión a la historia.
La región de Campeche que actualmente conocemos como del Camino Real, a través de los siglos nos ha ofrecido una gran cantidad de información para poder comprender sus procesos históricos a través de documentos de archivo y bibliográfico que a continuación se ofrece como prueba fehaciente de que esta área es desde tiempo atrás una de las mas importantes zonas productivas de Campeche.
Para poder comprender parte del proceso histórico de la zona maya campechana nos centramos en el hecho de que para que esta zona fuera altamente productiva en el siglo XIX, tuvieron que ocurrir algunos acontecimientos de suma importancia como el caso que a continuación referiremos: los conflictos por la posesión de la tierra entre hacendados y comuneros, la forma en que los primeros se apoderaron de grandes extensiones de tierra, en algunos casos con la complicidad de los jefes políticos de sus tiempos.
La lucha por la tierra en el siglo XIX vino a marcar una frágil etapa en las que el maya macehual intentaba defender su territorio del apresurado paso del estanciero y del hacendado por apoderarse de tierras comunales.
Aunque este proceso transitivo finalizaría a favor de los segundos y que permitirían el desarrollo de estancias a prósperas haciendas que consecuentemente monopolizarían las tierras productivas y por ende la fuerza de trabajo de los comuneros quienes a falta de suelos para cultivar se verían obligados a integrarse al sistema de la hacienda que lo convertiría en peón y mas adelante en acasillado al no poder solventar sus deudas adquiridas al interior de ésta.
Este proceso se estaba dando en toda la península de Yucatán sin distinción alguna, gradualmente los hacendados se convertían en amos y señores de tierras y hombres.
Remontando la historia:
Es a partir del período colonial en que el acaparamiento de tierras comienza a ser algo común en el Yucatán colonial. Ya algunos caciques indígenas pretendieron recuperar su territorio a través de la fuerza como en el caso de Tenabo en el norte de Campeche en las que el cacique Naun Canul en 1585 invade esta población considerando que los tributos le pertenecían, no obstante es derrotado y castigado conforme a las leyes españolas.
Para el caso del Tzuco’ob de los Canul se iba perdiendo territorio. Solamente algunos caciques continuaron manteniendo su territorio. El último batabilado indígena original en el norte de Campeche del que se tiene conocimiento es el de don Juan Canul de Nunkiní quien lo logró mantener hasta 1595.1
El establecimiento de haciendas propiamente dichas en el antiguo Distrito de Campeche a inicios del siglo XIX habría en parte de tener sus orígenes en las estancias y cofradías.
A partir de entonces, el Partido del Camino Real Alto comienza a adquirir importancia en la producción de carne de ganado vacuno, caña de azúcar, maíz y miel; productos que abastecían principalmente a la cabecera del Partido: Hecelchakán y la cabecera de Distrito; Campeche.
Ya desde la Colonia, algunas cofradías habían comenzado a fomentar estancias ganaderas y maiceras que en principio solo servían para el autoconsumo y el abastecimiento de una pequeña área del Partido.
Un claro ejemplo de esto lo fue la Cofradía de Ntra. Sra. de la Concepción de Hecelchakán y su estancia Sacnicté (hoy conocida como Hacienda Blanca Flor ) que en sus inicios en el siglo XVII produjo ganado vacuno en pequeñas cantidades; mas tarde esta producción se acrecentaría permitiendo comercializar las pieles, cebo y por supuesto la carne en áreas más alejadas como por ejemplo Mérida; éstas cofradías, de acuerdo a Fernández y Negroe (1989) estaba conformada por indígenas quienes hacían las labores productivas.
Sin embargo, la administración habría de estar en manos de los curas regulares quienes disponían de los ingresos provenientes de los socios. Asimismo también estaban utilizando su condición para apropiarse de la tierra de los indígenas argumentando que éstos pasaban a pertenecer al “santo patrón”.
De esta manera también se estaban sentando las bases para un futuro despojo indiscriminado de tierras a los comuneros.
Señores y peones en el Partido del Camino Real Alto.
Es a partir de 1790 en que el pueblo de Hecelchakán en el norte del Distrito de Campeche, se convierte en la cabecera del Partido del Camino Real Alto teniendo bajo su jurisdicción a las poblaciones de Calkiní. Dzitbalché, Becal, Nunkiní, Tepakán, Pocboc, Pokmuch, Tenabo, Tinum, Hopelchén, Dzitbalchén, Xcupilcacab, Sahcabchén y Bolonchenticul; el total de los habitantes en este partido era de 31, 521 personas.
Desde la época colonial, al realizarse el repartimiento de tierras y de señoríos indígenas a los españoles, los encomenderos poseían pueblos enteros por los cuales cobraban onerosos tributos en especie.
E.n 1784 por ejemplo algunos encomenderos como don Vicente del Castillo encomendero del pueblo de Pocboc gozaba “dentro y fuera de campana de 16 mantas y 0 piernas con un total de producto al año de 224 pesos.”2
De hecho, la organización política colonial también estaba permitiendo la organización política indígena a través de las República de Indios aunque estos se regían con derechos muy restringidos. Esto era que existía un gobernador de la comunidad, un Alcalde, un Regidor y un Escribano.
La tierra también pasaba a manos de estancieros que comenzaban a hacerla productiva con el cultivo de hortalizas y la producción de ganado.
Para mantener el poder, los jefes políticos podían incluso poner y quitar a los “gobernadores y caciques” de las Repúblicas de indígenas de acuerdo a su conveniencia. En el caso de Pocmuch del Partido del Camino Real Alto, el Subdelegado del Partido Mario Cosgaya, en 1813 designaba a Juan Uc, Julián Hu y Julián Euan como Gobernador, Alcalde y Regidor respectivamente3
La disputa por la tierra:
Poco a poco las mejores tierras comenzaron a ser motivo de discusiones entre estancieros y comuneros, las tierras entregadas por la corona como real merced a las poblaciones indígenas estaban siendo acaparadas a través de la complicidad de los jefes políticos.
Inclusive los mismos indígenas eran utilizados para las labores de campo como el caso ocurrido en Dzitbalché del mismo Partido en 1815 cuando se hizo un repartimiento de éstos con el consentimiento del Gobernador Indígena: “...después de confirmado (con) el cacique de Citbalché remitiendo cada semana sesenta indios a la cabecera para repartir a los vecinos incluyendo a un vecino de Nunkiní...”4
La mano de obra indígena era requerida para las labores fuertes al interior de la sociedad española de los pueblos congregados y de Campeche para la producción de alimentos y la cría de animales además de la construcción de casas-habitación de mampostería, incluyendo obviamente el trabajo que realizaban para beneficio de la iglesia que a través de los frailes franciscanos construían capillas, conventos y monasterios.
Los indígenas, sin duda estaban siendo presionados incluso por las mismas autoridades que no reparaban en cobrar por cualquier actividad o transacción comercial que se realizara a través del pago de arbitrios:
“por cada pieza de cerdo que mate, se pagará un real; por cada cántaro de manteca que se extraiga se pagará medio real; por cada casa de paja que se construya se pagarán dos reales; por cada era de cebolla que se cultive se pagará un real; por concepto de su siembra productiva se pagará tres pesos”5 Esto con mucha seguridad estaba ocurriendo en las demás poblaciones indígenas.
Era de esperarse que se dieran algunas manifestaciones de descontento desde entonces a raíz de la desigualdad social y explotación que se vivía y que mas tarde daría lugar a algunas rebeliones algunas célebres como el de Jacinto Canék ocurrida en el siglo XVIII.
Contrariamente para fomentar las haciendas y estancias también fluían los recursos del Gobierno hacia los dueños de éstas como en el caso del hacendado don Pedro Ramos quien en 1847 pidió un préstamo al “Supremo Gobierno” por 1800 pesos para invertir en sus haciendas Cayal, Kankib y Chilib de la municipalidad de Tenabo.6
Con el aumento de la producción en las estancias, la fuerza de trabajo también aumentó paralelamente permitiendo mejorar los medios de producción. Existían ya tres elementos principales: las tierras, la fuerza de trabajo y la maquinaria indispensable para aumentar la producción.
Morner (1975) indica que:
“ La hacienda, antes que pretender acrecentar la producción, el objetivo era monopolizar, suprimir la competencia y vender a altos precios en un mercado severamente restringido, el acaparamiento de tierras serviría para eliminar competidores locales; la hacienda a pesar de tratar de ser autosuficiente tuvo que depender siempre del mercado”7
Bajo el amparo de los títulos de propiedad, en 1824 se elaboraron varias solicitudes a los Ayuntamientos municipales sobre la venta de los terrenos comunales como en el caso de Hecelchakán.
Para mayo de ese mismo año, un vecino de esta población, Pedro Polanco había solicitado se le concediera la propiedad de un rancho que había fomentado llamado Ekál, el cual estaba conformado por un cuarto de legua de tierra por cada viento y ofrecía cincuenta pesos por ellas. El Ayuntamiento falló a su favor, sin embargo los comuneros encabezados por Feliciano Yuit y Feliciano Mut pidieron al Ayuntamiento de Hecelchakán la suspensión de la venta del mismo rancho por los prejuicios que les ocasionaría, pero esta exigencia fue desechada tanto por las autoridades municipales como por la Junta Provisional Gubernativa. 8
¿A qué se debía ésta negativa?
Es claro que las autoridades civiles de entonces debieron adoptar esa actitud pues veían en las tierra comunales un elemento más para hacerse de una mayor cantidad de recursos económicos, no importaba perjudicar al comunero con tal de quedar bien ante el comprador que, al fomentar estas tierras podría hasta cierto punto generar trabajo para beneficio de los comuneros ya sea en las plantaciones o en la ganadería, esta probablemente pudo haber sido la idea de progreso y trabajo entre las autoridades civiles en el siglo XIX en esta región.
Otro caso de problemas con terrenos comunales se dio en 1827 cuando el señor Miguel Cabrera pretendía 500 varas por viento del paraje Mavi ubicado en terrenos baldíos colindantes con el pueblo de Pomuch. Cabrera alegaba que dichos terrenos solo eran sabanas inútiles para el cultivo pero propicias para la cría de ganado.
Respecto a esta solicitud, las autoridades de Pomuch informaron no obstante que dicho paraje se hallaba más inmediato al pueblo de Tenabo cuyos habitantes también hacían sus sementeras en ese rumbo.
Para favorecer a Cabrera las autoridades de Tenabo dijeron que el terreno no era apto para la agricultura y que éste se hallaba a media legua del pozo Xkumen, propiedad del párroco Antonio Quijano. Así Cabrera también se vuelve propietario de esta parte que antes fue del común.9 . Incluso en este mismo año otros intentaron apoderarse de terrenos comunales.
En diciembre, Andrés Trejo perforó un pozo en las propiedades del común, pero los comuneros exigieron usar también este pozo.
De ese modo el gobernador instruyó al Subdelegado del partido que si en efecto el dicho pozo se hallaba en terrenos comunales su uso seria generalizado para todos los labradores.
La estrategia de Trejo por apoderarse de tierras quedó trunca. Existía motivo suficiente para darle la razón a los comuneros quienes ya veían venir la presión de los terratenientes ávidos de suelos fértiles.
Pero los deseos de los latifundistas no amainaron. Las concesiones también afectaron a otras poblaciones del partido: En octubre de 1831, el Procurador del pueblo de Nunkiní informaba al Gobernador que no admitía el dictamen del Lic. José Ayala y Aguilar al expediente en el que se representaban los derechos de su pueblo por la ilegal adjudicación del paraje Tankuché a don Simón Peon, un acaudalado hacendado propietario de varios parajes y haciendas como el sitio de Uxmal y sus ruinas, haciendas que para entonces se habían comenzado a fomentar en la península.
Ese mismo año se conoce de otro caso. Luciano Dorantes; vecino de Hecelchakán había pedido permiso ante el Gobierno para el corte de palo de tinte y otras maderas preciosas en la costa del barlovento. Pero Dorantes se había extralimitado en sus cortes que había invadido las tierras comunes de los pueblos de Pomuch, Pocboc y Calkiní; así las autoridades tradicionales de estos pueblos envían una petición al Gobernador para suspender el permiso a Dorantes, pero esta petición también fue rechazada.
Éste como otros hechos ocasionaría que los pueblos se preocuparan cada día mas por la delimitación de su territorio y la defensa de los mismos.10
En éste como en posteriores casos, la respuesta de los indígenas se hizo patente en forma legal por la defensa de sus tierras, incluso en abril de 1845, en la municipalidad de Pomuch se da otro caso de campesinos que defendieron sus tierras del implacable poder de los hacendados.
En el área norte del pueblo, don Pablo José Reyes estaba intentando adquirir una legua de tierra contigua a su hacienda la cual estaba localizada entre Pomuch y Hecelchakán. Reyes adujo necesitar la tierra para el cultivo de una mayor cantidad de maíz.
Cuando el gobierno investigó su demanda, (inocentemente o quizá ignorando el valor de sus tierras) la República de Indios presentó como prueba un viejo mapa que revelaba que la tierra se encontraba fuera de los límites correspondientes al pueblo.
Sin embargo el Juez de Paz del pueblo estipuló que los habitantes necesitaban la tierra para su propia subsistencia cuando el Jefe Político estuvo de acuerdo con esta evaluación, el gobierno falló en contra de Reyes.
Al mismo tiempo aun cuando el primer caso referido se encontraba pendiente; don Cristóbal Espínola estaba invadiendo los terrenos de Pomuch al poniente del pueblo reclamaba una gran parte de la isla de Jaina.
Espínola ya había establecido en la isla un rancho de pescaría y deseaba la tierra para sembrar algodón y maíz los cuales él había averiguado podían producirse en abundancia y de buena calidad.
El gobierno ordenó la investigación acostumbrada. El Juez de Paz informó que .los derechos de posesión que el pueblo había mantenido aun desde antes de la conquista (la demanda de Pomuch) estaba conformada por documentos que eran reservados junto con un mapa correspondiente “de mas de dos siglos de antigüedad”.
Un deslinde oficial de las tierras ya se había hecho según el juez de Paz y los resultados habían sido ratificados por varios Capitanes Generales e Intendentes quienes otorgaron Jaina a Pomuch como una Real Merced (donación real de tierras).
Después de este informe, el gobernador falló nuevamente a favor del pueblo. Este es un buen ejemplo de campesinos que no solamente conocían su historia, sino también sus derechos y lo más importante; supieron conservar sus documentos. Pomuch y otros pueblos ganaron sus pleitos legales en parte porque el Juez de Paz y el Jefe Político del Partido del Camino Real Alto apoyaban a los indígenas.11
Sin embargo, este tráfico de tierras había de continuar; el acaparamiento de propiedades comunales no se detendría.
Ya para 1837, en el Distrito de Campeche se hallaban los Partidos de Campeche, Hecelchakán, Seybaplaya, Carmen y Hopelchén, el antiguo Partido del Camino Real Alto cambia su nombre por el de Hecelchakán; los pueblos que lo conformaban eran la villa de Calkiní, Dzitbalché, Hecelchakán como cabecera, Pocboc, Pocmuch, San Antonio Calkiní, San Antonio Sahcabchén, Tenabo y Tepakán.12
Bracamonte (1993) apunta que:
“En el período de 1841 a 1847, fué el Distrito de Campeche en donde se ubicaron las haciendas mas extensas y las que contaron con mejores tierras de cultivo y tintales. El Distrito de Campeche era el segundo en extensión territorial en la peninsula. La apropiación del suelo (del que ya se hizo mención) no tuvo que enfrentar por tanto una gran competencia entre particulares y con los pueblos mayas celosos de sus posesiones comunales, por ende las haciendas de Campeche tuvieron una mejor disponibilidad de recursos naturales, montes altos, aguadas, tierras fértiles, maderas y pasto. En general, las haciendas mas extensas tendían a ser las mas ricas y pobladas entre 1821 y 1860”13
Por tanto, la región del Partido de Hecelchakán logró concentrar una gran cantidad de haciendas, ranchos y sitios aunado al fácil acceso al área de comercio y que unía a Mérida, la Capital del Departamento con el Distrito de Campeche por el camino conocido como real.
La guerra de castas iniciada en julio de 1847, vendría a influir tanto en la producción de las haciendas de la región como en la mano de obra para trabajar en ellas. Una gran cantidad de haciendas y ranchos del Partido de los Chenes que se hallaban muy cerca o dentro del área de conflicto fueron abandonadas ante el temor de ser saqueadas e incendiadas ; (hecho que realmente se consumó en algunos sitios como el rancho Komchén en el Partido de los Chenes que prácticamente desapareció del mapa; el maíz de las milpas y los ganados sirvieron para la alimentación de los rebeldes) Esto estaba ocurriendo también en las haciendas azucareras que también fueron abandonadas.
Fausta Gantús(1996) menciona que:
“La guerra de Castas conmocionó y alteró el rumbo de los acontecimientos afectando de manera contundente la vida económica de este territorio por los saqueos y depredaciones de que los indígenas hicieron objeto a los establecimientos de campo de la región. En el marco de este conflicto interclases tenía lugar el recrudecimiento de las tirantes relaciones entre el Distrito de Campeche y la capital yucateca. Pocos años mas adelante en 1857, llagaría al colapso final; la separación territorial y la consecuente erección del Distrito campechano en Estado Libre y Soberano”14
Sin embargo, el conflicto no estaba afectando al área del Partido de Hecelchakán, contrariamente lo estaba beneficiando ya que la producción de caña, henequén y maíz que se había detenido en la zona de conflicto estaba siendo recuperada en las haciendas y ranchos del Partido. De hecho se observa que Tenabo, Hecelchakán, Seybaplaya y la villa del Carmen continuaron produciendo caña de azucar y maíz para el mercado. 15
Con la separación del Distrito de Campeche, el área se vio envuelta en conflictos militares entre locales y yucatecos que culminó con el reconocimiento del Gobierno Federal y de Yucatán del Estado Libre y Soberano de Campeche en 1857; Pablo García, primer Gobernador de Campeche habría de afrontar las carencias de una nueva entidad.
De aquí en adelante, Campeche continuaría su desarrollo, aunque con algunos contratiempos para lograr su estabilidad tanto política como económica; pero ¿que habría de suceder con las ,haciendas, rancherías y sitios de producción ganadera, maicera y azucarera?; consideremos además que el henequén comenzaba alcanzar un gran nivel en cuanto a producción a gran escala, se avecinaba un nuevo momento para las haciendas y ranchos campechanos; se crearían nuevas leyes que protegerían tanto al peón como a las tierras que prácticamente habían sido reducidas en gran cantidad a favor de los hacendados. Una de estas leyes se expedirían en 1868 y que regularían el servicio de los peones en los establecimientos de campo, los derechos de éstos y sus obligaciones.
Conclusiones
Finalmente, para comprender estos acontecimientos debemos considerar que justo desde el momento en que la tierra se vuelve el elemento esencial para la producción agrícola y ganadera en el siglo XIX, el tener grandes extensiones de territorio también elevaba a mi parecer a un rango o estatus superior a su poseedor, le permitía al hacendado el control de tierras habidas a través de concesiones lo que lo convertía en propietario legal de éstas.
Los comuneros, por su parte ante esta falta de tierras se vieron obligados a laborar en terrenos ya considerados privados y que consecuentemente al adquirir deudas en su mayoría de los casos impagables se convirtieron en peones acasillados, sin embargo esta lucha por alcanzar la libertad tanto física como territorial, no fue posible en toda la península sino hasta entrado el siglo XX con las leyes agrarias del Cardenismo.
Considero que esta lucha pacifica y legal por la defensa de la tierra entre comuneros y hacendados en el Partido del Camino Real Alto, en la segunda mitad del siglo XIX habría de repercutir también en la idiosincrasia de los mismos comuneros quienes habrían de buscar las formas posibles por mantener la regencia sobre su territorio, grandes extensiones de tierras fértiles estaban bajo sus fondos legales, ellos sabían en cierto modo que la tierra era su única fuente de sobre vivencia.
Aunque de uno u otro modo habría de imponerse el poder político y económico de los hacendados ávidos de tierras y riquezas que finalmente durante todo el resto del siglo impusieron su voluntad.
BIBLIOGRAFIA:
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1 Quezada, Sergio. Relación documental para la historia de la Provincia de Yucatán. 1520-1844. Edit.UADY. Mérida. 1992.
2 Documentos inéditos o muy raros para la historia de Campeche. Cap III. Gob del Edo de Campeche. Cvomisión editora. Campeche. Vol VI FCE. 1991.
3 Fuente: Archivo General del Estado de Yucatán. Ramo: Empleos. Vol. 2 Exp. 39. Fondo: Poder Ejecutivo.Año 1813. Designación de caciques de Pocmuch
4 Fuente: Documentos de Microfilm. Y1. Numero 103. FCAUADY. AÑO: 1815. Relativo al repartimento de indios en el pueblo de Citbalché. Partido del Camino Real Alto..
5 Fuente: Archivo General del Esatdo de Yucatán. Apartado Colonial. Ramo . Propios y arbitrios. Vol: 2 Exp. 35. Año de 1812. Pago de arbitrios en el pueblo de Pocboc.Del Partido del Camino Real Alto.
6 Fuente: Archivo General de la Nación. RBN. VOL. 6 Exp. 17. Año: 1847.
7 Morner, Magnus. 1975. La hacienda hispanoamericana: examen de las investigaciones y debates recientes. En : Haciendas, latifundios y plantaciones en América Latina. Simposio de Roma organizado por CLACSO. EDIT. Siglo XXI. 2a Edición. Pag. 23.
8 Guemez Pineda, Arturo. 1994. Liberalismo en tierras del Caminante. Yucatán 1812-1840. El Colegiode Michoacán. UADY. Pagina:74.
9 Ibid...
10 Ibid...
11 Patch, Robert. (1990) Descolonización, el problema agrario y los origenes de la Guerra de Castas. 1812-1847. En Esteructura agraria y Estado en Yucatán. Othon Baños Ramirez. (Compilador). Edit UADY. MÉRIDA. Pag: 81,82,83.
12 Rodríguez Losa, Salvador (1985) División territorial, Gobierno de los pueblos y poblaciones. 1821-1880. Tesis UDY. Vol II. Mérida.
13 Bracamonte Sosa, Pedro. (1993) Amos y sirvientes. Las haciendas de Yucatán. 1789-1860.. Universidad Autónoma de Yucatán. Pag. 53,54.
14 Gantús, Fausta:(1996) Ferrocarril campechano. 1900-1913. Gobierno del Estado de Campeche. Universidad Autónoma de Campeche. Instituto de Cultura de Campeche.Pag.21.
15 Marrufo Noh, Silvia. (1989) La hacienda productora de caña de azucar en Yucatán. 1821-1860. Tesis Lic. En Historia. Fcauady. Mérida.
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